En el corazón de Caballito, donde la historia y la ciudad se encuentran, se alza un proyecto que dialoga con una de las postales más entrañables de Buenos Aires: sus cúpulas. Testigos silenciosos de épocas doradas, las cúpulas porteñas coronan la ciudad con una elegancia única, recordándonos que la arquitectura puede ser arte y memoria al mismo tiempo.

Nuestro edificio nace junto a una de estas joyas históricas, una cúpula magnífica que, con su presencia, inspira respeto y admiración. Por eso, el proyecto se abre y se retira de ella, para que pueda lucirse en todo su esplendor, como protagonista del paisaje urbano.

La obra toma las curvas como lenguaje de diseño, evocando la forma de la cúpula y reinterpretándola en clave contemporánea. Así, la tradición y la modernidad se encuentran en un gesto arquitectónico que no compite, sino que dialoga: la curva se convierte en vínculo, en homenaje y en identidad.

Este edificio no solo habita la ciudad: la celebra. Y en su encuentro con la cúpula, rinde tributo a esa Buenos Aires de cúpulas infinitas que nos recuerda, cada día, la belleza de mirar hacia arriba.